Sobre la serie El aire que rodea las velas de Lali Martínez Spaggiari
Mientras el aire que rodea a las velas amenaza con llevarnos a la oscuridad, recordamos “El Edén es un mundo –sin humanos que es un mundo- para -los humanos-; los humanos son los últimos en llegar y son, en ese sentido, el “fin” (la finalidad) del mundo”. Los dibujos de María Laura Martínez Spaggiari, bellos y fantasmales nos hacen pensar que el placer no existe sin el dolor y el paraíso sin el infierno.
Ella, él. La cocina, el cuarto. Con y sin ropa. Flores vivas y otras que se marchitan. El frenesí, la calma. Sexo y ángeles andróginos. Ilusión y realidad. Para encontrar la forma y a la vez desarmar las combinaciones que se despliegan en una infinita gama de grises entre el blanco y el negro, María Laura no necesita salir de su casa, si quiera levantar la mirada hacia la ventana, solo le basta tantear con la mano y encontrar los materiales dispersos cerca del papel, a lo sumo detenerse en la línea del horizonte que se forma entre la pared y la mesa para buscar la goma del frasco o también para ubicar el límite que existe entre aquello que está cerca y lo que se cae, se aleja. Encuentra su fin. Muere.
Las obras de la serie El aire que rodea las velas (2021-2022) no tienen título, las palabras no pueden rodear a las imágenes más que en su conjunto. Cada dibujo es el capítulo de una secuencia narrativa donde se alternan ambientes, climas emocionales y campos imaginarios. Allí la minuciosidad expresiva de las caras de los personajes recuerda que el rostro produce signos inscriptos en una misma dermis, que según P. Thévenin y J. Derrida, ofrecen al dibujante, si éste sabe convertirse en poeta, la posibilidad de leer un destino. Qué deparará el futuro para estos personajes, cuyos cuerpos flacos y alargados -familiares al universo de Leonora Carrington- se tornan casi fantasmales.
Si bien el amor y por supuesto el desamor, la vida y la muerte son asuntos universales, en los dibujos hay información precisa que hace a la identificación de marcas de pertenencia, léase a una época o clase social: una televisión plana, difusores de perfume ambiental y el piso en damero de un hall que despide a una pareja de amantes en la entrada de una típica casa de la arquitectura urbana de la primera mitad del siglo XX.
El mundo doméstico es el que elige la artista para expandir el pensamiento mágico, éste entendido por el psicoanálisis como creencia para influir sobre la conducta de los demás o en eventos a distancia a través del pensamiento, deseos o rituales, pero también es el nombre que la escritora estadounidense Joan Didion encontró para escribir sobre la pérdida, el duelo.
“La otra mañana al despertarme intenté acordarme de cómo habían estado distribuidas las habitaciones de la casa de Brentwood Park. Me imaginé recorriendo las habitaciones, primero las de la planta baja y luego las de arriba. Ese mismo día me di cuenta de que me había olvidado de una. La guirnalda que dejé el otro día en Saint John the Adivine ya debe estar marrón. Las guirnaldas se ponen marrones, las placas tectónicas se mueven, las corrientes profundas avanzan, las habitaciones se olvidan”.
Martinez Spaggiari incansable, a partir de miles de movimientos que dejan su huella de grafito sobre el papel, representa una trama entre cuerpos y escenarios atravesados por una experiencia sentimental marcada por el dolor. Así como Didion vuelca su sufrimiento con lucidez y sin autocompasión en su crónica, la artista dibuja también una historia que duele.
Fuera del hogar, la desolación de los paisajes urbanos es abrumadora. Allí representados con extrañas perspectivas encontramos un hospital y un cementerio que parecen anunciar que el fin del mundo ya llegó, algo que la artista viene proyectando, pero en color, a partir de los dibujos bordados de la serie Idílica (2018 – 2020). En estos paisajes, los rastros de la vida humana se manifiestan en silencio a través de la presencia de muebles y algunos edificios.
Un mundo sin gente o gente que está en otro lugar porque se encuentra sin mundo. Se trata de dibujos engañosamente bellos a primera vista pero aterradores después. Dice Martínez Spaggiari “allí la naturaleza ha repoblado el mundo avanzando sobre él, generando espacios para el crecimiento de lo perfecto”, pero donde ella encuentra armonía, estos ojos en clave menos zen y apocalíptica tropiezan con la representación de la Tierra deshabitada que las sagas más distópicas de ciencia ficción nos acercan hace décadas dándole forma a nuestras más aterradoras fantasías.
En Ontolofilia (2015-2016) a partir de movimientos fluidos y con trazos muy flexibles pero precisos, la tinta negra se desplaza sobre el papel para dar forma al estudio de objetos y los ambientes que los contienen: una cocina con utensilios, un jardín de invierno con sus plantas, una confitería con las mesas vacías. A partir de la elisión de lo humano, la artista busca decodificar el estado de lo viviente en las cosas aparentemente inertes, indaga lo que ella nombra como el ser de los objetos y con esta investigación, de manera sugestiva nos recuerda la perspectiva de Graham Harman cuando advierte “Todas las entidades son casi siempre componentes tácticos de nuestro mundo antes que objetos que nos llaman la atención”.
María Laura Martínez Spaggiari define al dibujo como una forma de pensamiento primaria y ancestral; una herramienta que funciona como interconector entre los dos hemisferios cerebrales, que conducida por la mano baja al papel ideas, intuiciones y sensaciones. A partir de distintas técnicas, materiales y protagonistas, la artista hace lugar en sus trabajos recientes a la exploración sobre distintos tipos de fin. El final del mundo, el del amor. En su última serie lleva al extremo esta relación donde el amor termina mientras la humanidad atraviesa la experiencia más cercana al apocalipsis universal.
Solemos buscar el placer y huir del dolor aunque la dibujante va en dirección contraria del sentido común, como una taoísta no le escapa, no intenta vencerlo, competir siquiera. Se concentra y se zambulle en su interior.
Lara Marmor – Mayo, 2023
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1 Danowski, Déborah, Viveiros de Castro, Eduardo, ¿Hay mundo por venir?, Buenos Aires, Caja Negra, PP.57.
2 Dideon, Joan (2022), El año del pensamiento mágico,Buenos Aires, Random House, PP. 190
3 Harman, Graham (2015), Hacia el realismo especulativo, Buenos Aires, Caja Negra, PP.91.